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Intervalos de confianza
8 artistas que persisten en su práctica
Ricardo Candia, Ciro Jaumandreu, Laura Larocca, Carla Piacenza, Pablo Sinaí, Ramón Teves, Patricia Viel, Alexis Yebra
Opening: viernes 17 de marzo a las 19:00 hs
Cierre: 23 de marzo de 2023
Lugar: Casamadre. C/ de la Esperanza 5, Lavapiés, Madrid
Comisariado: María Lightowler
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María Lightowler, Madrid, enero de 2023
En tiempos de AI, metaverso y arte digital ocupando las escenas más innovadoras, sostener la práctica artística es un acto de sedición. Esta exposición reúne el trabajo de ocho artistas que, transitando por diversos soportes, como la fotografía, la pintura e incluso la instalación, logran poner en pausa la abrumadora ráfaga de nuevos recursos, para seguir persistiendo en aquello que confían: su propia práctica artística.
Aunque se le imprima cierto halo romántico, la añoranza de que el arte fue en otros tiempos mas fácil de ejercer, no es cierto que haya sido tarea fácil en ningún momento de la historia. Por eso este grupo de artistas, se presenta aquí como una instancia de resistencia, no con ánimos bélicos, sino con espíritu determinante. En la incerteza que el mundo propone, encuentran en la producción de su obra, el vigor que impulsa ese acto cotidiano y una instancia de comunicación entre las personas, que continúa enraizada en el pensamiento, la reflexión y la construcción de sentido colectivo.
Ricardo Candia plantea su práctica fotográfica mediante la exploración aplicada a la imagen. En el proyecto “Lo incierto”, la utilización de la cámara infrarroja para realizar las tomas, genera un presente distópico en el que se exhibe el mundo de sombras de lo desconocido, poniendo en tensión dos ideas contrapuestas como la certeza de lo definitivo y la sucesión de realidades inciertas.
Ciro Jaumandreu en “Anticipo de una bella economía doméstica del universo rota”, entrecruza la herencia de la estética romántica, su sentir y la relación con la tierra, con el racionalismo del ready made al incluir en una instalación fotografías de paisaje, tierra y una herramienta de trabajo, que juega no inocentemente con el título para realizar una invitación a ejercitar la crítica y la reflexión.
Laura Larocca, recolecta en las playas de Formentera, los restos de una especie animal, perteneciente a la clase Porífero de la familia Spongiide, denominada esponja marina común. Con la autorización de la Conselleria de Medio Ambiente del Govern balear, y una metodología pseucientífica, a su trabajo, incorpora la pintura para explorar las capacidades físicas de los esqueletos y a partir de la propiedad de absorción del material, observa los cambios de textura, volumen, peso y flexibilidad. Es sin duda, una reflexión sobre el territorio y su estado actual.
Carla Piacenza, logra construir desde lo visual, un guion con emparentamiento cinematográfico. Tomando escenas cotidianas, a veces intrascendentes, que logra condensar y señalizar, nos propone la construcción de un relato que es absolutamente personal. Están ahí dispuestas las circunstancias y lo que acontece o deja de hacerlo, es definitivamente decisión de quien desee involucrarse en el armado de esa narración.
Pablo Sinaí se pregunta ¿Por qué no pensar la geometría como un dispositivo lento, que por momentos abandone su carácter de velocidad para estudiar al movimiento como algo denso? En los títulos de sus obras están el paisaje, lo fragmentado, el prototipo y también el propósito, lo que hace sospechar que mas allá de las formas, sus estructuras son metáforas para discurrir sobre la complejidad del mundo, mas allá de la figuración o de la abstracción
Ramón Teves presenta desde la mirada fotográfica lo social, lo antropológico, lo popular, lo viejo y lo moderno en el proyecto “Topografías cromáticas”. En un sinfín de imágenes mentales o concretas, se testimonia nuestro paso por este segmento mínimo de una recta universal e infinita. Los medidores de luz eléctrica, giran y marcan los vatios, interpretan la energía del transcurrir cotidiano, o se aceleran cuando rondan los 45°C, y al igual que lo hace un marcapasos, regulan el latir de una ciudad, de una provincia, que es a la vez también un poco toda ciudad de Latinoamérica.
Para Patricia Viel, una señal y un acto consciente, constituyen la decisión de comunicarse. Lanzar un signo, premeditado pero urgente, es lo que empuja el principio de “Señales de humo para otros mundos” en el que mediante el lanzamiento de bengalas pone de manifiesto que la premura no está en la recepción de la respuesta a ese mensaje, sino en el acto de confiar que esos otros mundos existen.
En el uso recurrente de la tachadura Alexis Yebra encuentra la posibilidad de olvidar lo aprendido, pero también halla un intersticio para reabrir el juego de la pintura y de la memoria. Funcionan como ocultamientos pero también como desmemoria liberadora que aliviana la tradición de la historia del arte y de la pintura. En trazos que aparentan simular costuras, logra unir ese vinculante sentimiento ambiguo entre el recuerdo y la amnesia, para crear sin el lastre de las convenciones.
En cada caso existe la particularidad que impulsa a volcarse por el uso de un medio o de otro, de utilizar el lenguaje de modo mas poético, metafórico o literal, pero sin dudas lo que sí, irrefutablemente persiste de modo común, es la necesidad de establecer la obra como campo de reflexión y cuestionamientos, y la convicción sostenida en el tiempo, de que es el camino del arte, la posibilidad para que eso suceda de modo asociativo.
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Reformulación del fragmento
Pinturas, collages y rasgados
Jesús Tejero del Campo
Opening: jueves 23 de febrero a las 19:00 hs
Cierre: 26 de marzo de 2023
Lugar: Sala José Saramago, Leganés, Madrid
Comisariado: María Lightowler + Lola Torrero de Lamo
Colaboración: Quinta del Sordo
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Un recolector, un chamarilero que acopia sin tapujos
Sobre el uso del fragmento y del espacio en la obra de
Jesús Tejero del Campo
María Lightowler, Madrid, enero de 2023
Hacia mediados de la década del 50, el artista ítalo-argentino Lucio Fontana (1899-1968), realizaba una de las primeras perforaciones sobre el soporte pictórico que dio en llamar “buchi” -agujeros- y, que identificaba como puntos de luz y vacío. A esta acción le siguieron, más adelante, otras como los “tagli” -literales tajos en el lienzo- y distintas situaciones que ponían de relieve su interés por el concepto de espacio.
En la obra de Jesús Tejero del Campo, aparecen obstaculizaciones que pueden ser insertas dentro de esta misma línea de pensamiento.
Sin embargo, Tejero es un recolector, un chamarilero que acopia sin tapujos. Acumula detalles, fragmentos, pedazos de mundo que no cobran sentido sino hasta el momento de disponerlos en un diálogo consciente, al momento del trabajo en el taller.
La ráfaga de un rostro que observó velozmente, un reflejo que se quedó impregnado en su inconsciente, una textura que se adhirió a su piel imperceptiblemente, son parte del repertorio de recursos que van conformando un inventario de fragmentos que luego logra reunir para configurar una unidad amalgamada con sentido de totalidad.
Ese aglomerado incluye, sobre todo, el elemento publicitario, del que mucho abreva Jesús Tejero del Campo.
En la era digital, es destacable que sus obras comiencen desde lo tangible del papel. Sobre fondos neutros, prueba, superpone y compone con rasgados de revistas, catálogos comerciales, incluso fotos propias, construyendo realidades inexistentes.
El despiece de las imágenes que selecciona, se vuelve una obsesión. Primero despezada y juega con relaciones posibles, permitiéndose ensayar con formas, colores y texturas. Luego, aglutina los fragmentos que a veces son reales y otras veces ficcionales.
De este modo se genera una tensión entre, la aparente veracidad ilusoria del trompe-l'oeil con el que el artista trabaja la pintura al óleo y la veracidad material y corpórea de los fragmentos, que se transforman en esculturas pictóricas.
Apelando a la memoria, este cúmulo de recortes aislados, son recuperados desde un apócrifo recuerdo, sacando a flote la invisibilidad de los aspectos secundarios de la imagen, a la que pertenecieron originalmente.
Están ahí el paisaje y la naturaleza presentándose como engañosa realidad para ser interpelados por fragmentos que parecen obstaculizar la visión, pero que funcionan al mismo tiempo, como imágenes de lo insondable que contiene toda obra de arte.
En el Manifiesto Blanco. Espacialismo (1947) Lucio Fontana postulaba que no pretendía crear un lienzo, sino abrir un espacio, crear una nueva dimensión para el arte y vincularla al cosmos. En esta serie de trabajos Tejero habla de la veracidad y reflexiona sobre el tiempo y el espacio en clave cíclica. Plantea analizar la mirada, posicionando la observación en el adelante/atrás, adentro/afuera y en lo macro y lo micro en simultáneo. Y es, a fin de cuentas, una invitación a pensar y encontrar respuestas posibles desde el arte, a la coyuntura que estos momentos de incertezas plantean.





















